El primer disco mexicano de Violeta Gomez es la versión mejorada y ampliada de En un mundo de flores, su tercer disco, que se publicó en Catalunya en 2007. Aquel disco, subtitulado Dance pop collection, recogía todas las canciones bailables en español que Violeta había grabado en los últimos años, lde las cuales unas eran inéditas y otras se habían publicado en versiones muy distintas.
Todas las niñas no son iguales vuelve a incluir todas esas canciones y tres temas nuevos de regalo, entre ellos Sólo quiero soñar, que fue canción candidata al festival de Eurovision el año 2008 (finalmente no fue elegida, porque el comité de selección prefirió a un humorista de la tele). En el disco, la canción aparece en su versión original de más de 5 minutos, pero entre los bonus viene también la versión corta que se hizo para el festival.
Además de las canciones nuevas y los bonus, el nuevo disco se diferencia de la edición de 2007 en que todos los temas han sido mezclados y masterizados de nuevo, se ha mejorado el sonido final y en algunas ocasiones se han añadido detalles, siempre respetando el espíritu original. El resultado es un disco de más de una hora de música pensado para enganchar a la audiencia desde el primer tema al último.
Y ¿qué encontramos en esa hora larga de música? Pues electropop bailable con un oído puesto en el J-pop y el otro en el eurobeat, que por otro lado es un estilo musical que también está en la base del dance pop japonés. Melodías pegadizas que cabalgan sobre ritmos juguetones entre arreglos de sintetizador recargados. Y también un par de baladas para que no todo sea chunta-chunta. En resumen, un disco ideal para animar la fiesta perfecta y dejarse llevar por el ritmo adolescente. Las letras, todas en español, cantan la alegría de vivir, la inocencia infantil, la rebeldía y el amor con las palabras justas, que a menudo no son las más políticamente correctas. Artistas como La Casa Azul, La Monja Enana o Mano de Santo hace tiempo que han sucumbido al hechizo y se cuentan entre los fans incondicionales de Violeta. Y las fotografías del disco han sido realizadas en un lugar de ensueño, una fuente modernista perdida entre los bosques de Collserola, cerca de Barcelona. Un contrapunto romántico muy a la japonesa para un disco que invitar a bailar y a soñar fifty-fifty. Porque todas las niñas no son iguales pero todas tienen corazón...